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«Dracula, príncipe de los vampiros»

“DRACULA, príncipe de los vampiros” y » JULES VERNE, un viaje al futuro»

Se presentan por primera vez en Rialia Museo de la Industria y en la Torre Salazar de Portugalete las exposiciones sobre dos grandes mitos de la literatura de los últimos cien años, que han despertado y atormentado la imaginación del mundo durante largos decenios, con origen en las leyendas europeas del siglo XIX. Todas las piezas seleccionadas son originales y reproducciones que pertenecen a la colección Tesoros del Ayer.

“DRACULA, príncipe de los vampiros”

Bram Stoker (1847-1912), escritor nacido en Dublín, publicó en 1897 su novela Dracula y se convirtió en el padre de la leyenda vampírica al crear el personaje del Conde Drácula de Transilvania.

Stoker se inspiró en una figura histórica, la de Vlad Tepes, príncipe de Valaquia, por su crueldad llamado “el empalador” o “el diablo”, y manejó un material profuso de cuentos y leyendas sobre las bestias chupadoras de sangre.

Como en otros muchísimos casos, el cine se encargó de popularizar la figura ya famosa del cruel vampiro. Unas de las interpretaciones más celebradas, que a buen seguro se hallan grabadas en la retina de todos los amantes del terror, son las de los actores Christopher Lee y Bela Lugosi. Estos intérpretes pusieron rostro a la bestia y ésta les correspondió catapultándolos a la fama. Drácula es, de hecho, el personaje literario que en más ocasiones se ha llevado al cine.

Bram Stoker, como decimos, se inspiró en Vlad Tepes, un príncipe de la antigua Rumania que, si bien no era ningún vampiro, se vio mezclado en hechos sangrientos y crueles, de tal forma que fue temido y odiado; incluso se le conoció como “el empalador”, pues acostumbraba empalar a sus enemigos en estacas fijas en el suelo.

Tres son los elementos que vuelven aterradora, inolvidable y emblemática la novela de Bram Stoker: en primer lugar, está inspirada en un personaje histórico; en segundo lugar, sus hechos se desarrollen en fechas precisas y cercanas a la aparición de la novela; y finalmente, sus abundantes argumentaciones científicas.

Aunque el cine nos ha regalado grandes versiones de esta obra, ningún realizador ha conseguido plasmar toda la magia, toda la belleza de la que es, por muchas razones, la obra terrorífica por antonomasia: Dracula, de Bram Stoker.